Hemos cambiado reciéntemente la hoja del calendario al mes de septiembre y, aunque agosto se despidió con algunas lluvias que refrescaron la tierra y disminuyeron el riesgo de incendios, comenzamos a tener la misma obsesión de todos los años por estas fechas: la lluvia...
Después de la dureza de los últimos meses, el fruto se encuentra deshidratado y suplica por la lluvia, 'jugándose' un alto porcentaje de la cosecha en la 'carta' de la lluvia.
Está claro que cada comarca es cada comarca, cada finca es cada finca, cada árbol es cada árbol y cada fruto es cada fruto, unos estarán mejor y otros peor, pero lo que nadie duda es que, durante los dos próximos meses, el olivar español necesita agua para abastecer al consumidor mundial.
Mientras tanto, a esperar que la lluvia comience a llegar de manera escalonada en las próximas semanas...
¿Cómo lo veis vosotr@s?
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